sábado, 5 de octubre de 2013

Era rara.

 
  Era  rara.
  Seguramente la mitad de la gente que la conoce, no la conociera. 
  Le gusta escribir y hablar a montones. En días lluviosos, soleados, cuando está debajo del agua o en medio de un atasco con los coches pitando una y otra vez ahogando su voz en un murmullo que nadie logra siquiera oír. Pero le da igual. Le encanta hablar.
  Te hablará de cualquier chorrada, si hay un perro en la calle de enfrente te lo contará, y al segundo siguiente ya te estará narrando alguna historieta suya de pequeña en su triciclo azul y rojo.
  Pero cuando es hablar sobre ella, se guarda muchos secretos. Y los pequeños detalles se le olvidan. Pequeños detalles que pueden ser insignificantes, tan estúpidos como escupir al cielo o estar molesto porque llueva cuando estas nadando en el mar. Pero también los hay importantes. Pequeñas pistas que te dicen como es, que te muestran a la persona tan adentro que llegas a su corazón, a la última capa, misterio resuelto.
  Luego se acuerda de que no escribió esa pista sobre ella, que no te lo contó, e impotente tiene que dejar que los demás piensen que es la chica más rara que han conocido en su vida. 
  Porque, claro, no va a meterlo apretujado entre frases convirtiéndolo todo en un sin sentido estratosférico.
  -Adiós, un placer conocerte. Me gustan los plátanos maduros. Ya nos veremos mañana. A veces, en otoño guardo las hojas que caen de los árboles color tierra y las enmarco, como hacía mi abuelo.
  Extraño, ¿verdad?

1 comentario:

  1. Me he sentido plenamente identificada con este textos.
    Soy como la chica que describes :D y escribes hermoso.
    Me quedo con tu blog, te sigo.
    Te invito a visitar mi blog
    http://eldiariodedanielamay.blogspot.mx/
    Saludos n_n

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