jueves, 10 de julio de 2014

Carta número 15: Enamorada de un completo desconocido.

Verano. Se levanta cada día tarde y acuesta de madrugada. Vaguea, escucha música, ve películas que no pudo ver cuando estaba hasta arriba de apuntes sin mirar siquiera. 
Se levanta cada día a la tres de la tarde y sale como una bala hacia el ordenador. Siempre. Una rutina ya arraigada en ella como lavarse los dientes. ¿Para qué? Para hablar con él. Él, el chico que le hace sonreír, que la entretiene por horas, con el que discute en ocasiones y con el que siente que las horas pasan por segundos.
Se va a acostar por la madrugada, con una sonrisa en los labios y esperando a dormirse pronto. Cuánto antes pase eso, antes se despertará y podrá volver a hablar con él. 
Así pasa su verano, ella cree que feliz, ella cree que enamorada, pasando la mayor parte del tiempo frente a ese ordenador que le ha dado a conocer a la mejor persona del mundo. O al menos eso cree. Se piensa que es su príncipe con capa y escapada que va a rescatarla de cualquier mal que tenga en su vida, cuando la triste verdad es que ni ella está segura de dónde vive o de cuál es su apellido. Piensa que le es fiel, que de verdad la quiere, pero en el fondo, una de las pocas partes razonables que quedan de ella, no sabe si es cierto o si no. Y nunca lo sabrá, eso la mata: nunca lo sabrá. Porque el pastel con el tiempo se destapa y después de meses de peleas, reconciliaciones tontas, dudas y traiciones, alegría y penas, mentiras perdonadas y verdades que no se sabe del todo si lo son, se le cae la venda de los ojos y se da cuenta de que está enamorada de un completo desconocido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario